Durante el gobierno de Duque las demandas sociales expresadas a través de movilizaciones sociales han recibido mínima atención. Se ha requerido de una densa movilización para que el gobierno se haga presente.
Pensar en la judicialización y castigo de los responsables de los crímenes cometidos por los combatientes en términos maximalistas resulta desde el punto de vista político y práctico impensable de cara a una solución negociada al conflicto.
La Constitución de 1991 aporto al reconocimiento de la diversidad regional, étnica, cultural y religiosa del país; sin embargo, muchos de los relatos y conmemoraciones oficiales se concentran, en los sucesos ocurridos en el centrooriente del país.
¿Quién es Iván Duque como presidente? Duque es un presidente atrapado entre lo que otros demandan que sea, lo que él quisiera y lo que debería ser.
Las medidas en garantías de seguridad son insuficientes en materia de prevención y protección. La política de seguridad en los territorios se aleja de una visión integral de la presencia del Estado social de derecho en su conjunto.
Estamos ante una presidencia sin agenda, sin respaldo popular ni gobernabilidad, digna de un aprendiz atado a su mentor. El desempeño legislativo fue pobre y el manejo del gabinete, errático.
Duque ha oscilado entre la modificación del Acuerdo Final y su cumplimiento parcial. El gran reto de la implementación es preservar la vida de personas con liderazgos sociales, y excombatientes.
La defensa del modelo neoliberal y la flexibilización laboral, la reducción de impuestos para las élites y el achicamiento del Estado, son algunas apuestas de los nuevos gobiernos de América Latina.
El gobierno de Duque regresa a los discursos sobre seguridad, y representa un evidente retroceso en la apertura democrática y en la garantía de derechos.
Las dificultades de orden técnico, político, jurídico, presupuestal y mediático de la JEP trajo a la discusión pública, nuevamente, diferencias irreconciliables.